La visita a la Exposición del Centenario de la Coronación que había sido convocada en la Parroquia se ha llevado a cabo por un nutrido grupo de feligreses y feligresas, encabezados por D. Alberto, y guiados por el inefable D. Jaime Sancho. Si la vista, de por sí es interesante, explicada y comentada por él es una auténtica gozada, es una inmensa lección de arte, de historia, de religiosidad valenciana, y de devoción mariana.
Aunque con su andador- asiento (el tiempo no pasa en balde para nadie) nos ha deleitado con su inmenso saber.
No es el propósito de estas líneas reproducir los detalles y explicaciones que nos ha dado, sino dejar constancia de lo interesante de la iniciativa de D. Alberto, y de lo selecto de la exposición.
No es muy extensa, pero vale la pena. Tratándose de la coronación… Allí estaba la corona. La auténtica, que, aunque vista de cerca impresione su riqueza y magnificencia, en realidad lo mejor es lo que no se ve: El amor de un pueblo a su Maredeueta.
La aureola de las Parroquias. Este nimbo es para situar detrás de la corona. ¡Ah, lo que hacían antes las Parroquias….!
Este es el primer manto que tuvo la Virgen… ¡Cuantas peripecias para conservar todas estas cosas a lo largo de los siglos, las invasiones, las guerras…
No está bordado: es un espolín de seda valenciana, puesto en su miriñaque.
Aquí está representada la explicación del apelativo cariñoso de “Geperudeta”. Se la ponía, con la cabeza en un cojín, sobre los cadáveres de los ajusticiados, ahogados, mendigos e indigentes. Esta imagen, que ya tiene los infantes, procede de San Juan del Hospital.
Capa pluvial con un precioso bordado. Son dignos de apreciar como con aguja e hilo se pueden conseguir esos gradientes de color, esos tornasoles de las flores, esa sinfonía de color…
Pero hay mantos en que los kilos de plata ya no son hilo sobre hilo, son verdaderos bajorrelieves, que más parecen esculpidos que bordados.
Don Jaime contó que cuando se llevó un manto a reparar a Sevilla, para cambiarle la tela, al desmontar los bordados, dentro tenían papelitos con oraciones y peticiones de las bordadoras que hicieron el manto… y que los volvieron a poner en su sitio.
Se completó la visita con otra visita al museo de la Virgen, en donde D. Jaime nos explicó el curioso socarrat. Donde pudimos disfrutar desde arriba de la escolanía, y oír el órgano a pie de tubo -experiencia impresionante.
También pudimos ver de cerca a La Peregrina… y constatar que “la fe per vos no mor”.
Desde aquí nuestras gracias a D. Jaime y a D. Alberto por la magnífica visita.